domingo, 13 de enero de 2008
Decálogo para formar a un delincuente
Este es el título de un texto extraído del libro "Reflexiones de un juez de menores" de Emilio Calatayud, publicado en Ediciones Dauro de Granada.
1.-Comience desde la infancia dando a su hijo todo lo que pida. Así crecerá convencido de que el mundo entero le pertenece.
2.-No se preocupe por su educación ética o espiritual. Espere a que alcance la mayoría de edad para que pueda decidir libremente.
3.-Cuando diga palabrotas, ríaselas. Esto lo animará a hacer cosas más graciosas.
4.-No le regañe ni le diga que está mal algo de lo que hace. Podría crearle complejos de culpabilidad.
5.-Recoja todo lo que él deja tirado: libros, zapatos, ropa, juguetes. Así se acostumbrará a cargar la responsabilidad sobre los demás.
6.-Déjele leer todo lo que caiga en sus manos. Cuide de que sus platos, cubiertos y vasos estén esterilizados, pero no de que su mente se llene de basura.
7.-Riña a menudo con su cónyuge en presencia del niño, así a él no le dolerá demasiado el día en que la familia, quizá por su propia conducta, quede destrozada para siempre.
8.-Dele todo el dinero que quiera gastar. No vaya a sospechar que para disponer del mismo es necesario trabajar.
9.-Satisfaga todos sus deseos, apetitos, comodidades y placeres. El sacrificio y la austeridad podrían producirle frustraciones.
10.-Póngase de su parte en cualquier conflicto que tenga con sus profesores y vecinos. Piense que todos ellos tienen prejuicios contra su hijo y que de verdad quieren fastidiarlo.
Esto no es poner el dedo en la llaga de lo que tal vez estemos haciendo mal, sino de algo que tal vez podemos evitar o corregir para educar a nuestros/as hijos/as como personas que forman parte de una sociedad, la sociedad que queremos para ellos/as y para nosotros/as mismos/as.
Ahora extraigo aquí unas palabras de alguien llamado Joaquín Díaz Atienza, que contesta al decálogo anterior, las cuales me han parecido interesantes también.
1. Una familia víctima, ella también, de una cultura social insolidaria, egoísta y consumista que maneja con dificultad la gestión psicológica de la frustración y la demora en la gratificación. También, una familia que tiene un falso concepto de lo que es la libertad y la responsabilidad y como hay que inculcarlas en nuestros hijos. EN ESTE PUNTO SE INCLUIRÍAN TODOS LOS ASPECTOS CONTEMPLADOS EN EL MENCIONADO DECÁLOGO.
2. La asimilación de estos valores por parte del grupo de iguales entre el que se mueve nuestros hijos, viéndose obligados a seguirlos si no quieren ser excluidos del grupo de iguales.
3. La influencia fundamental que ejerce el grupo en nuestros hijos adolescentes que sabemos es mayor en esta edad que la que podamos ejercer los padres.
4. Una Ley del Menor y una serie de consignas socio-educativas malentendidas sobre el respeto a los hijos, viéndose los padres avocados a un no saber como actuar sin caer en la acusación de maltrato.
5. Una infravaloración de los valores fundamentales para los que estamos obligados a vivir en sociedad, como son la solidaridad, la tolerancia, el consumo responsable, la gestión emocional de la frustración y el respeto a las diferencias.
6. Unos servicios sociales y de intervención comunitaria totalmente insuficientes. Por tanto, limitados en la intervención preventiva y de tratamiento.
7. Unos servicios sanitarios insuficientes y escasamente especializados. Por no enumerar, el escaso interés, cuando no rechazo de los profesionales, ante este tipo de problemática.
8. La ausencia de una política social y sanitaria realistas y eficientes realizadas por políticos que respiran con alivio cuando ven que toda la responsabilidad recae sobre los padres.
9. En definitiva, una frivolización, cuando no exaltación, de la agresión como instrumento en la resolución de nuestros conflictos cotidianos. Aspecto que se da tanto entre las personas como en el ámbito institucional.
Por todo ello, creo que la culpa de la delincuencia es un problema de todos, es un problema de la sociedad en su conjunto, sociedad que comienza en la familia y termina en el parlamento que elabora las leyes.
Ahí queda eso...
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